Las
causas del deterioro de los materiales que forman monumentos pueden ser de dos
tipos: externas o internas.
Causas Externas principales serían:
Agua: la acción del agua sobre los minerales puede
originar procesos muy diversos, tanto físicos, como químicos: disolución e hidrólisis de minerales,
fundamentalmente. A su vez, en el caso concreto de los monumentos, su acción se
podrá ver potenciada por factores climáticos y de composición del aire, puesto
que los componentes de éste pueden pasar al agua. A esto habría que agregarle
que los minerales que son disueltos dan origen a otros, los cuales al
cristalizar pueden originar presiones en el orden de los MPa (mega pascales).
Atmósfera. Los
componentes atmosféricos pueden ser muy variados, y pueden en unos casos actuar
directamente sobre los minerales (caso del ozono), y en otros aportar agentes
que las aguas, o el propio vapor de agua que la atmósfera pueden incorporar,
actuando sobre las rocas en forma líquida. Los principales contaminantes
atmosféricos son: los óxidos de nitrógeno, carbono y azufre procedentes de la
combustión de hidrocarburos, el gas metano emitido por los fertilizantes y la
quema de bosques, y los gases de combustión liberados en la incineración de
residuos sólidos.
Organismos
vivos (biodeterioro). La acción de los organismos sobre los monumentos
puede ser muy variada, e incluye desde fenómenos puramente físicos, como la
acción de las raíces de plantas, que pueden introducirse por las grietas o por
las juntas de las edificaciones, o afectar a las cimentaciones, o los efectos
químicos o físico-químicos producidos por la acción de los excrementos de aves,
o por la acción de líquenes o de bacterias.

Deterioro progresivo de la piedra
a la intemperie bajo la acción de los elementos y los líquenes.

Edificios invadidos por las
raíces de árboles en la ciudad monumental de Angkor Wat (Camboya).
Antropogénicas.
Incluimos aquí los factores relacionados con la acción del hombre, ya sea
previamente a la instalación del material, o durante la misma, o tras la misma. Por otra parte debemos incluir en este apartado el
tráfico. Por un lado, favorece la presencia de contaminantes en la atmósfera,
que resultan especialmente agresivos en el ámbito urbano. Por otro, las
vibraciones que se relacionan con el tráfico pesado pueden afectar a la
estabilidad de las construcciones próximas. A esto debemos agregar las
calefacciones que utilizan calderas a carbón, y las refinerías de petróleo que
muchas veces están cerca de los núcleos urbanos.
Refinerías de petróleo,
dos fuentes de contaminación que se retroalimentan.
Otros.
Como agentes externos de menor importancia en general podemos citar la acción
del viento y de las temperaturas.
Mineralogía.
La composición mineralógica del material de construcción es siempre fundamental
para explicar las transformaciones pueda sufrir, pues cada mineral presenta
distintas susceptibilidades a los agentes externos descritos: unos son
fácilmente solubles o hidrolizables, o sufren más la acción de los agentes
atmosféricos, o se desgastan con mayor facilidad por presentar menor dureza.

Muestras de caliza, de grano
grueso (izquierda) y fino (derecha).
Textura. La
disposición textural de los minerales puede afectar también a su comportamiento
frente a la meteorización. Por ejemplo, las rocas de grano más grueso se
degradan, por lo general, más rápidamente que las de grano más fino.

Granito (izquierda) y riolita
(derecha). Ambos poseen la misma composición química, sin embargo el primero posee un
tamaño de grano mucho mayor.
Tectónica. El
hecho de que una roca halla sufrido los efectos de deformación tectónica suelen
implicar la aparición de diaclasas o microfracturas, que pueden ser
prácticamente invisibles. Sin embargo, bajo la acción de cargas se manifiestan
por fenómenos de rotura, que a su vez favorecen la acción de otros agentes
externos, como la infiltración de soluciones.

Imagen al microscopio polarizante
de una microfractura (centro) rellena de calcita, en una
caliza.
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